Aceite de babassú
Orbignya speciosa Barb. Rodr. [=Attalea speciosa Mart.]
Etimología - El término genérico está dedicado al naturalista francés A. D. d'Orbigny, que vivió en el siglo XIX. El término específico en latín significa "magnífico, de bello aspecto" y se refiere al porte elegante de la planta.
Área de origen - Brasil.
Descripción botánica - Imponente palmera con tronco erecto de hasta 20 m de alto y 30-40 cm de ancho, luce en el ápice una densa corona de hojas pinnadas, erecto-patentes, formadas por segmentos linear-lanceolados. Las flores, unisexuales en plantas monoicas, se reúnen en inflorescencias péndulas, poco ramificadas, de 1,5 m. Los frutos son similares a pequeñas nueces de coco de cerca de 6 cm, ovado-oblongos, puntiagudos, y producidos en cantidades inmensas (unos 800-1000 frutos por cada inflorescencia).
Usos - Las semillas producen un aceite comercialmente conocido como aceite de babassu. Para extraerlo, las semillas recogidas en la naturaleza se machacan y se exprimen en prensas hidráulicas o se tratan con disolventes químicos.
El aceite, cuyo contenido varía por semillas del 60 al 70%, es transparente, emana un olor similar a las nueces y es líquido a 20-30ºC, si no tienen una consistencia cremosa.
El aceite de babassu se utiliza ampliamente sobre todo en la preparación de cosméticos (aceites y cremas para el cuerpo y para el cabello, jabones, etc.) porque no pringa y tiene fuertes propiedades suavizantes; también se utiliza con fines alimenticios en la producción de margarinas, como lubricante y, a veces, como componente de los carburantes de los motores diesel.
Según Miguel Calvo:
El aceite de babassu se obtiene de la nuez de
las palmeras babassú Attalea speciosa, palmeras de tamaño muy grande, con
aspecto de cocoteros gigantes, conocidas también localmente como “cusí”,
“motacu” y “motacuchi”, y en la terminología científica con las denominaciones
obsoletas de Orbignya martiana, O. oleifera, y O. speciosa.Estas
palmeras crecen en forma salvaje en las tierras bajas de Paraguay, Bolivia y
especialmente Brasil, donde los bosques de estas palmeras cubren más de 200.000
km 2 y tienen gran interés económico como fuente de aceite para
alimentación y para usos industriales. Globalmente el valor del aceite de
babassú producido en Brasil puede ser de unas cinco veces el valor del café
producido en este mismo país.
La nuez de babassú, que pesa alrededor de 250 gramos, es de cáscara muy dura y
gruesa, de hasta 2 cm. de espesor, lo que complica la obtención de la almendra,
que se efectúa generalmente de forma artesanal. También en muchas zonas los
recolectores de nueces de babassú encuentran problemas de acceso a los árboles,
al privatizarse los terrenos que fueron tradicionalmente comunales.
Porcentaje de cada ácido graso | |||||||||
C 8:0 | C 10:0 | C 12:0 | C 14:0 | C 16:0 | C 18:0 | C 18:1 | C 18:2 | ||
5 | 6 | 45 | 16 | 7 | 4 | 15 | 2 |
Babasú, palma babasu o Babaçu
Babasú, palma babasu o Babaçu (Attalea speciosa u Orbignya phalerata), es una palma de las Arecáceas nativa del bosque húmedo del Amazonas en Brasil. La palma Babasu es una especie predominante en los bosques Maranhão Babaçu de los estados brasileños de Maranhão y de Piauí.
Tiene valor comercial debido a que sus semillas producen un aceite comestible, conocido por aceite babasu, usado también como limpiador y en la elaboración de productos para el cuidado del cutis. Recientemente se experimenta la fabricación de biodiésel, decantando aceite.
Además el fruto es medicinal y se usa como ayuda de belleza y para producir bebidas; el mesocarpio es rico en almidón. Las hojas proveen paja para cubiertas de casas y también para construir paredes. Los tallos se usan como madera. Es considerada una maleza en pasturas del Cerrado en Brasil.
Con el fruto y las hojas, los artesanos del estado de Tocantins (Brasil) confeccionan diversos productos de artesanía, constituyendo una importante actividad en la economía del estado.
Unas 400 mil personas, casi todas mujeres, sobreviven extrayendo aceite del fruto y otros productos aprovechables del babasú para la alimentación, la construcción y la confección de artesanías.
* El autor es corresponsal de IPS.
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IMPERATRIZ, Brasil, 30 jul (Tierramérica).- El babasú, palmera nativa abundante
en la Amazonia oriental y en el norte y nordeste de Brasil, tiene gran potencial
para producir biodiésel y biomasa energética, pero las mujeres que viven de su
recolección temen perder su tradicional fuente de ingresos.
"La experiencia nos hace prever nuevas dificultades de acceso al babasú (Orbignya
phalerata martins)", explica a Tierramérica Eunice da Conceição Costa, una de
las coordinadoras del Movimiento Interestadual de Rompedoras del Coco Babasú en
Imperatriz, municipio del sudoeste del estado de Maranhão.
Esas dificultades tienen sus raíces en el proceso agrario que vivió Maranhão
desde 1969, cuando se aprobó la Ley de Tierras que impulsó la formalización de
propiedades y la apropiación privada de extensas áreas públicas. Las cercas se
multiplicaron, vedando la actividad extractiva, y los bosques fueron sustituidos
por pastizales y siembras.
El Movimiento lucha por una ley nacional, ya existente en algunos municipios,
para asegurar el libre acceso de las extractivistas al babasú y frenar la
destrucción de este recurso natural indispensable para la economía popular.
Se calcula que 400 mil personas, casi todas mujeres, sobreviven extrayendo
aceite del fruto y otros productos aprovechables del babasú en la alimentación,
la construcción y la confección de artesanías.
Pero llegó hasta aquí la fiebre de los combustibles agrícolas, menos
contaminantes que los derivados del petróleo. El biodiésel exige una escala
industrial y producción mecanizada y puede atropellar la actividad tradicional.
"Es un riesgo para nosotras, quieren quitarnos el babasú", opina Maria Adelina
Chagas, coordinadora general del Movimiento, organizado en los estados de
Maranhão, Pará, Piauí y Tocantins.
Es factible producir ese combustible de babasú sin quitarles la fuente de
ingresos a las rompedoras de coco, sino ampliándola, dice a Tierramérica
Fernando Carvalho Silva, coordinador del Núcleo de Biodiésel de la Universidad
Federal de Maranhão.
Se requiere un sistema más eficiente de recolección del coco y de extracción de
sus almendras o semillas, que contienen el aceite.
El contenido oleaginoso del fruto es de sólo siete por ciento, pero es
indispensable aprovechar toda la materia prima. La dura cáscara del coco tiene
alto poder calorífico y puede usarse como carbón en la industria o la generación
eléctrica. El mesocarpio es rico en almidón y se emplea para producir alimentos
humanos y ganaderos.
La factibilidad del biodiésel depende así de una cadena de producción que asocie
industrias de alimentos, fertilizantes, energía, insumos para cosméticos y
otras, destaca Silva.
Además de estudiar las posibilidades del babasú, el grupo universitario
desarrolla una planta piloto de combustible, de tecnología sencilla y barata,
accesible para las comunidades rurales. Podrá producir entre 250 y 280 litros de
biodiésel en cada operación, que durará dos días porque purificará el
combustible por decantación, evitando centrifugadoras costosas, explicó el
investigador.
El objetivo es darle viabilidad económica a la iniciativa, beneficiando a las
rompedoras de coco, de quienes dependerá una decisión final sobre el proyecto
que modificaría totalmente la economía del babasú, señala.
La abundancia de la palmera es suficiente para proveer de biodiésel a varios
estados. Se calcula que los bosques nativos de babasú ocupan 18 millones de
hectáreas, sobre todo en Maranhão. Su coco es el principal producto forestal
brasileño después de la madera y representó 19,4 por ciento de la producción
extractivista no maderera en 2005, según el Instituto Brasileño de Geografía y
Estadística.
Pero su extracción, muy rudimentaria, no cuaja con la producción energética.
Además de la recolección manual del coco, las mujeres extraen cada almendra en
una operación arriesgada. Sostienen el fruto entre los dedos de una mano, sobre
el filo de un hacha apoyada en el suelo, y lo golpean con un palo sostenido por
la otra mano.
"Ninguna máquina sustituye a las rompedoras de coco", porque no consigue el
corte longitudinal que preserva las cuatro o cinco semillas contenidas en cada
coco, sentenció Costa, destacando esa habilidad transmitida de madre a hija, que
sin embargo no logra evitar los accidentes.
Cada mujer extrae por día un promedio de ocho kilogramos de semillas y gana unos
siete reales (3,80 dólares), señaló Chagas a Tierramérica.
Es poco dinero, pero mucho más que el que da el biodiésel, lo que constituye
otro obstáculo para que las rompedoras se sumen a la producción de ese
biocombustible, apuntó.
Además, el programa gubernamental de incentivo al biodiésel en las regiones
pobres del norte y nordeste no incluyó al babasú, observan Chagas y Silva.
No es así, refuta Edna Carmelio, asesora del Ministerio de Desarrollo Agrario.
El Sello Combustible Social, concedido al biodiésel hecho con materias primas
procedentes de la agricultura familiar, implica una reducción de tributos que
abarataría en más de 10 por ciento el producto. Esto lo hace muy competitivo en
el mercado de combustibles, afirma.
El gubernamental Programa Nacional de Producción y Uso del Biodiésel sólo
menciona el ricino y el aceite de palma para el "estímulo máximo" de exención de
dos tributos, porque son producciones con tecnologías ya dominadas. Pero también
el babasú y otras materias primas pueden beneficiarse de este fomento si se
comprueba su viabilidad en la agricultura familiar, acota Carmelio.
El sello social es "una defensa para las rompedoras de coco", que aleja el
riesgo de que los bosques de babasú sean acaparados por el gran negocio
agroenergético, asegura.
La petrolera estatal Petrobras, por ejemplo, sólo compra biodiésel certificado
por ese sello. Además, la agricultura familiar, que incluye a las extractivistas,
tiene acceso a créditos subsidiados que amplían sus ventajas, concluye la
experta en biodiésel.