"Es Pi de Formetor"
(El Pino de Formentor)
Isla de Mallorca (Baleares)
Es evidente que he tardado demasiado tiempo en poner en mi pequeño trabajo la obra genial de "Miquel Costa i Llobera". La tierra que me vio nacer, hace ya tanto años, siempre tuvo en este emblemático poema algo más que el recuerdo de un árbol. Leyendo la primera estrofa puedo adivinar mi añoranza de la Isla.
Hay en mi tierra un árbol que el corazón venera: |
de cedro es su ramaje, de césped su verdor; |
anida entre sus hojas perenne primavera, |
y arrastra los turbiones que azotan la ribera, |
añoso luchador. |
El emblemático poema "El Pi de Formentor" del poeta mallorquín Miquel Costa i Llobera (Pollença, 1854 - Palma de Mallorca, 1922). |
Poesía mallorquina y versión castellana. |
Miguel Costa y Llobera (Pollensa, Mallorca; 1854 – Palma de Mallorca; 1922) fue un poeta y sacerdote mallorquín nacido en Pollença en 1854. Hijo de una familia de propietarios rurales, huérfano de madre a los 11 años, creció muy influido por un tío suyo, médico de Pollença, que le descubrió el paisaje local y el interés por los clásicos.
Durante sus estudios en el instituto, en Palma de Mallorca, fue discípulo de Josep Lluís Pons i Gallarza y compañero de Joan Alcover y Antonio Maura; aunque fueran Joan Rosselló de Son Forteza y Joan Lluís Estelrich, compañeros de internado, los que lo influyeron de verdad.
Su poesía es principalmente de carácter clásico, regional y religioso. También fue cantor del paisaje, de la historia y de la cultura popular de Mallorca.
El año 1902 fue investido con el título de Mestre en Gai Saber, al ganar tres premios ordinarios de los Juegos Florales.
Es considerado como uno de los máximos representantes de la poesía mallorquina y catalana-valenciana-balear de todos los tiempos.
Murió en Palma de Mallorca en 1922.
Hubo árboles antes que hubiera libros, y acaso cuando acaben los libros
continúen los árboles. Y tal vez
llegue la humanidad a un grado de cultura tal que no necesite ya de libros, pero siempre necesitará de árboles, y entonces
abonará los árboles con libros. Miguel de Unamuno |