¡Los sentimientos de los árboles!
EL INVESTIGADOR DANIEL CHAMOVITZ, QUE LLEVA VARIAS DÉCADAS INVESTIGANDO EL DESARROLLO DE LAS PLANTAS, CONFIRMA QUE SU INMOVILIDAD NO SIGNIFICA QUE SEAN INSENSIBLES, ANTES BIEN HA DESCUBIERTO EN ELLAS LA CAPACIDAD DE OLER, MEMORIZAR Y COMUNICARSE, CASI A LA MANERA DE OTROS ORGANISMOS MÁS.
Cuando una planta es mordida por una oruga o un insecto, reacciona al daño de la misma manera en que lo haría un animal, utilizando las mismas moléculas, a pesar de que las plantas no tienen un sistema nervioso. Esa reacción tiene como función activar un sistema de 'defensa', propagar y compartir el 'dolor' con otras plantas. Estas sorprendentes conclusiones son el fruto del trabajo de un grupo de botánicos, microbiólogos y bioquímicos estadounidenses que estudió las reacciones de la 'Arabidopsis thaliana', una pequeña planta crucífera nativa de Eurasia y el norte de África. Los resultados de su trabajo fueron publicados en la revista Science.
«Cuando hayamos aprendido a escuchar a los árboles, nos sentiremos en casa», escribió Herman Hesse. Los árboles, como el resto de seres vivos, cuentan con un lenguaje a base de olores. No solo se comunican entre ellos a través de estos olores, sino que también los utilizan para espantar a los herbívoros. Así ocurre con las acacias de la sabana africana, que envían sustancias tóxicas a sus hojas para ahuyentar a las jirafas. Para avisar de su presencia a las vecinas, la primera acacia a la que llega la jirafa emite etileno, de manera que las otras lanzan sustancias tóxicas antes de que llegue el herbívoro.
Además de los olores, los sabores sirven a los árboles para comunicarse entre sí y defenderse. El mal sabor de hojas que los taninos del tronco pueden provocar a base de emitir sustancias tóxicas suele surtir efecto. Las células nerviosas de las puntas de las raíces, mediante el crepitar, también facilitan la comunicación en el bosque.
No todos los árboles utilizan los olores y los sabores para espantar herbívoros y matar insectos. Algunos, como los castaños y los sauces, recurren a esta capacidad para atraer a las abejas a repostar en sus flores
Las plantas son capaces de distinguir el otoño y la primavera, gracias a lo que se conoce como «memoria de invierno», o la necesidad de frío antes de florecer. Algunas reconocen el amanecer. Wohlleben asocia esta capacidad de sincronizarse, en el caso de los árboles, con su pertenencia al grupo. «Los árboles del bosque prefieren florecer todos al mismo tiempo, ya que de esta manera pueden mezclarse los genes de muchos individuos. Esto es así en el caso de las coníferas, pero los árboles de fronda tienen en cuenta todavía otro motivo más; los jabalíes y los corzos».
¿Cómo lo consiguen si no tienen cerebro? Para algunos investigadores, como Frantisek Baluska, del Instituto de Botánica Celular y Molecular de la Universidad de Bonn, se dan similitudes en la punta de las raíces de los árboles y el cerebro humano.
La malva de Cornualles, capaz de «recordar» por dónde salió el sol y de reactivarse en esa dirección justo antes del amanecer, protanigoza los estudios en este sentido y ha reabierto el debate sobre qué es la memoria y si puede ir más allá de lo meramente cognitivo. La única evidencia es que esta malva, como otras plantas que presentan comportamientos similares, son capaces de conocer y reconocer variables ambientales, aliados y enemigos.